Si se aparece un minotauro en un sueño ajeno, pero después se lo contaron a él, ¿se convierte con eso también en sueño propio? El columpio es un artefacto engañoso: permite pensar en un juego, incluso si el juego termina con los truenos de la separación. La sabia es sabia por sus saberes de sabia: como los que se necesitan para apreciar la poesía en la integración de un alma rota en mil pedazos. Aunque quizá no lo parezca, el minotauro proviene de la paciencia, del deambular por las calles, a veces escuchando silbidos armónicos, entre edificios oxidados y fantasmas de perros. Una cosa es segura: el coro que canta versiones distintas de las mismas historias es al final el mismo de siempre.
Ilustración: Zsu Szkurka
Dirección de video: Lizbeth Ibarra